No tiene sentido utilizar medicamentos antivirales si el virus ha mutado, haciéndose resistente a ellos. No se ve forma de combatir eficazmente una infección viral endémica (por ejemplo: hepatitis C, HIV) o epidémica (gripe A) sin un adecuado conocimiento de los blancos moleculares que se pretende atacar con fármacos.
Más grave aún: si se compra masivamente uno o diversos antivirales, y luego resultase que la biología molecular del virus exhibe secuencias genéticas codificadoras de alta resistencia a los fármacos adquiridos... ¿quién es responsable?.
La experiencia duramente adquirida con la pandemia de HIV, con la hepatitis B y C crónicas, y periódicamente, con la gripe (A, aviar, asiática, etc) mostró repetidamente que nuestro país opera demasiado pasivamente: simplemente, compra lo que se ha producido en el exterior. Y en general, nuestro país compra sin saber si lo que adquiere tiene razonables chances de ser útil.
Con inversiones muy modestas, sería posible obtener información de epidemiología molecular que permitiría el uso racional y eficiente de las terapias por las que el estado (y los pacientes) erogan sumas cuantiosas. ¿Qué sentido tendría utilizar el fármaco equivocado, si su blanco molecular se hallase ausente, sub-expresado o mutado?
En el ejemplo de la infección por herpesvirus, la ausencia de timidina-quinasa hace inefectivos a una serie de profármacos (aciclovir, valaciclovir, famciclovir). Determinadas mutaciones del genoma del HIV implican alta resistencia a inhibidores de transcriptasa reversa, y otras, a inhibidores de proteasa. ¿Por qué inferir al paciente una toxicidad - y a la comunidad, un gasto - en esquemas terapéuticos que a priori podían ser determinados como ineficaces?
Otra aplicación importante de esta tecnología de diagnóstico molecular es el desarrollo de nuevas vacunas, y la toma de decisión sobre su aplicación a escala nacional.
En los años noventa, vivimos experiencias similares con la vacuna anti-meningococo de origen cubano, en medio de una epidemia. La información molecular tampoco estuvo disponible en tiempo y forma.
Actualmente, importamos pasiva y mansamente las vacunas que el hemisferio Norte nos vende. Qué suerte, verdad? El virus de la gripe siempre "pasa primero por el Norte", y... ellos nos dicen lo que debemos hacer. Seguramente a alguien se le habrá ocurrido que los virus pueden mutar (t de hecho, lo hacen) al migrar. Cada región tiene su epidemiología viral, analizable por métodos moleculares de laboratorio.
Del mismo modo, repetimos en forma acrítica que la vacuna contra HPV cubre "70% de los tipos de virus que causan cáncer de cuello uterino". Cada dosis de esa vacuna sale entre 400 y 900 pesos, y ...¿vamos a tomar decisiones sanitarias sin saber si esos serotipos de HPV se hallan altamente representados en la comunidad? ¡País generoso!
La opinión de expertos en biología molecular señala que los costos de secuenciar fragmentos del genoma viral responsable de una epidemia o endemia serían una mínima fracción de lo que se gasta (muchas veces, sin una base racional) en terapias que quizás eran ineficaces a priori.
Falta un plan nacional de equipamiento y desarrollo profesional en diagnóstico molecular - el cual debería estar integrado con las redes de tratamiento. Esto también es válido para tuberculosis y otras endemias. Invertimos en comprar los medicamentos, pero no los métodos de laboratorio que nos permiten usarlos bien.
Saludos,
Pedro Politi
PD: agradezco al Dr. Juan Garberi la conversación que dio origen a esta entrada en el blog. Suyo es el mérito. Por mi parte, desde la óptica farmacológica, resulta increíble que estas cosas sucedan. O que las soluciones no se implementen, lamentablemente.
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