Están entre nosotros. Son una muestra evidente de irracionalidad terapéutica, y al mismo tiempo, de supina incapacidad del organismo regulatorio argentino (ANMAT) de poner orden en la "selva" de especialidades medicinales en el mercado. Si hiciésemos la analogía con una disco, el mercado farmacéutico argentino tiene sus "patovicas" de huelga: nadie controla ni ejerce el "derecho de admisión y permanencia": productos obsoletos, inútiles, irracionales y tóxicos pululan alegremente, ante la desidia de funcionarios.
Los únicos perjudicados son los pacientes. Quién se beneficia de una asociación a dosis fijas (en el mismo comprimido) de un antibiótico más un anti-inflamatorio? Si duele... ¿tomo más antibiótico? Si por el componente anti-inflamatorio tengo pirosis, epigastralgia, gastritis en suma... ¿suspendo el antibiótico? (tengo que hacerlo! viene combinado).
La vergüenza no termina allí: hay asociaciones de antibiótico + "mucolítico" (anacrónica expresión de deseos o etiqueta mediática para " analfabetos farmacológicos"). No contentos con eso, tal aberración tiene una presentación oral... y otra inyectable. Y se trata de un "líder de mercado".
Pero... "el Guinness" se lo lleva la siguiente aberración terapéutica: "la pastilla antidiarreica con carbón": carbón activado, estreptomicina - que deberíamos reservar, para no diseminar resistencia de M. tuberculosis - y ftalil-sulfatiazol - que nunca deberíamos usar en la terapia empírica de la diarrea, dada la posibilidad de hipersensibilidad, y la cuasi-certeza de generar disbacteriosis que podría ser mucho más seria que la diarrea inicial. Reflexión: "¿a quién se le ocurre?". Estos productos no sobrevivirían si no los prescribiéramos. Y no habría forma de prescribirlos si pensáramos unos segundos antes de actuar.
Nunca estuve tan seguro de la provocativa expresión: "muéstrenme un líder de mercado, y les mostraré un producto irracional" (desde lo terapéutico-farmacológico, ya que en lo comercial, seguramente será un éxito).
Los terceros pagadores (obras sociales, prepagas, PAMI) también tienen su alta responsabilidad en el tema: ningún producto perdura si fracasa comercialmente. Por lo tanto, cabe preguntarse por qué motivo todos estos productos marginales, inútiles e irracionales gozan de un descuento en el listado del PAMI, y en los de las obras sociales y prepagas. En Francia, cada tanto, la Seguridad Social retira del listado de medicamentos alcanzados por descuento a aquellos que, en opinión fundada de expertos, no cumplen con el requisito mínimo de "services medicales rendues", es decir, no brindan un beneficio clínico documentable y son -en mi opinión profesional y personal - "productos puaj". En otras palabras: especialidades medicinales merecedoras de un ofendido rechazo por los profesionales.
Pero no. Estos "mutantes" sobreviven en los listados de productos sobre los que se otorga un descuento. Una forma de convalidar lo inaceptable, de intentar defender lo indefendible.
Hay, sin embargo, unos pocos ejemplos "virtuosos" de combinaciones fijas en un mismo comprimido o frasco ampolla: amoxicilina + ácido clavulánico, ampicilina + sulbactam, trimetoprima + sulfametoxazol, piperacilina + tazobactam, levodopa + carbidopa o bencerazida, imipenem + cilastatina. Y las asociaciones de antituberculosos, antipalúdicos y antiretrovirales en un solo comprimido, y la lista continúa. Pero la diferencia conceptual con los "medicamentos puaj" es enorme: en estos "ejemplos virtuosos", el paciente necesita, debe ingerir una serie de fármacos para obtener control de su enfermedad. Además, esa combinación está validada en ensayos clínicos aleatorizados, y la formulación en un solo comprimido busca facilitar el cumplimiento o adherencia a una terapia prolongada. No es el caso de los "productos puaj": sub-estudiados o nunca estudiados, irracionales, impresentables.
¿Queremos un modelo de medicina basada en lo sanitario, o queremos la primacía del mercado? ¿Quieren Uds pedirle "Salud" al mercado? Les deseo suerte, porque van a necesitar mucha de ella. Y no va a alcanzar.
Alguien tiene que tomar cartas en el asunto. "Tiene que llover; aún está sucia la plaza" - canta Ismael Serrano.
Los médicos podemos hacer algo: no prescribir productos irracionales. No avalar los productos puaj. Nuestra lapicera tiene poder, todavía. Que nuestro cerebro médico guíe nuestra lapicera.
"Argentinos, a las cosas" - nos urge, desde la nebulosa del tiempo, Ortega y Gasset.
Cordialmente,
Pedro Politi
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