Son decenas de miles las "especialidades medicinales" aprobadas para su comercialización en la Argentina y en otros países. No todas son útiles, ni avaladas por evidencia sólida, ni seguras. Algunos envases contienen una dosis total cuya ingestión en forma aguda causaría internación en terapia intensiva, con serio peligro de muerte. Dos de los fármacos responsables del "top ten" de las muertes tóxicas infantiles son... de venta libre. Y se expenden - libremente - sin prospecto.
Por otra parte, aún dejando atrás los medicamentos de venta libre, ¿qué debe hacer un/a médico/a joven (o no tanto) para navegar a través de la "selva terapéutica"?
Son ensordecedores los gritos del marketing farmacéutico, y sus cantos de sirena resultan melosos, pero golpean en las humanas debilidades. ¿Cómo resistir? Más aún... ¿por qué resistir?
Integridad, profesionalismo, compromiso, no son palabras vacías. Pero debemos mostrar a las jóvenes generaciones de médicos/as que es posible vivir sin resignar los valores, y sin dejarse llevar "lana contra lana, y con la cabeza gacha" (Ortega y Gasset).
El espectáculo de muchos congresos médicos lo dice todo: un festival de ostentación, prebendas, y "almuerzos gratis"... pagado por los pacientes: los jubilados, los pobres, todos. Se carga a la cuenta.
Supongamos por un momento que el/la joven profesional busca lo mejor para su paciente. Hay un problema: decenas de fármacos compiten por su atención. ¿Podrá tener el tiempo para una decisión ponderada, racional, basada en evidencia?
Elegir un mentor clínico (o quirúrgico), una figura respetable por su integridad y su capacidad profesional es un importante primer paso. Comprometerse a dedicar unas horas diarias a la lectura y reflexión sobre los problemas médicos (y quizás otros) de los pacientes es el segundo paso. Y decidir una jerarquía de prioridades.
Luego, una vez confirmado el diagnóstico (importante desafío), consideremos: cuán efectivo es el producto que pensamos usar? "¿Le ganó a alguien?" (ensayo de fase III). El perfil de efectos adversos es aceptable, de cara al beneficio esperado y al riesgo de no tratar o retrasar el tratamiento? (esto nos aleja del encarnizamiento terapéutico).
Una vez elegido el fármaco candidato... ¿es un producto reconocido o "me fui por las ramas"? Se metaboliza por el hígado o es excretado en forma activa en la orina? Tiene interacciones farmacológicas relevantes? Finalmente, los temas vinculados con costos, accesibilidad y cobertura. Cuánto le costará al paciente? Hay descuentos, por ejemplo, via programa de tratamientos crónicos? Hay indicación del PMO de cobertura 100%. También debemos asesorar al paciente sobre sus derechos.
Vamos, hay que decirlo claro: si no seguimos las voces de la industria farmacéutica ... "viajaremos a menos congresos" (o a ninguno, por un tiempo, caramba, ¡que no se cae el mundo! ¿no era que la revolución de Internet hacía innecesario viajar para actualizarse?).
Podemos construir una Medicina de la que nos sintamos orgullosos. La "donación" de una computadora al servicio queda pagada decenas de veces si usamos los fármacos más costo-efectivos.
Por otra parte, aún dejando atrás los medicamentos de venta libre, ¿qué debe hacer un/a médico/a joven (o no tanto) para navegar a través de la "selva terapéutica"?
Son ensordecedores los gritos del marketing farmacéutico, y sus cantos de sirena resultan melosos, pero golpean en las humanas debilidades. ¿Cómo resistir? Más aún... ¿por qué resistir?
Integridad, profesionalismo, compromiso, no son palabras vacías. Pero debemos mostrar a las jóvenes generaciones de médicos/as que es posible vivir sin resignar los valores, y sin dejarse llevar "lana contra lana, y con la cabeza gacha" (Ortega y Gasset).
El espectáculo de muchos congresos médicos lo dice todo: un festival de ostentación, prebendas, y "almuerzos gratis"... pagado por los pacientes: los jubilados, los pobres, todos. Se carga a la cuenta.
Supongamos por un momento que el/la joven profesional busca lo mejor para su paciente. Hay un problema: decenas de fármacos compiten por su atención. ¿Podrá tener el tiempo para una decisión ponderada, racional, basada en evidencia?
Elegir un mentor clínico (o quirúrgico), una figura respetable por su integridad y su capacidad profesional es un importante primer paso. Comprometerse a dedicar unas horas diarias a la lectura y reflexión sobre los problemas médicos (y quizás otros) de los pacientes es el segundo paso. Y decidir una jerarquía de prioridades.
Luego, una vez confirmado el diagnóstico (importante desafío), consideremos: cuán efectivo es el producto que pensamos usar? "¿Le ganó a alguien?" (ensayo de fase III). El perfil de efectos adversos es aceptable, de cara al beneficio esperado y al riesgo de no tratar o retrasar el tratamiento? (esto nos aleja del encarnizamiento terapéutico).
Una vez elegido el fármaco candidato... ¿es un producto reconocido o "me fui por las ramas"? Se metaboliza por el hígado o es excretado en forma activa en la orina? Tiene interacciones farmacológicas relevantes? Finalmente, los temas vinculados con costos, accesibilidad y cobertura. Cuánto le costará al paciente? Hay descuentos, por ejemplo, via programa de tratamientos crónicos? Hay indicación del PMO de cobertura 100%. También debemos asesorar al paciente sobre sus derechos.
Vamos, hay que decirlo claro: si no seguimos las voces de la industria farmacéutica ... "viajaremos a menos congresos" (o a ninguno, por un tiempo, caramba, ¡que no se cae el mundo! ¿no era que la revolución de Internet hacía innecesario viajar para actualizarse?).
Podemos construir una Medicina de la que nos sintamos orgullosos. La "donación" de una computadora al servicio queda pagada decenas de veces si usamos los fármacos más costo-efectivos.
También debemos recordar que "lo cortés no quita lo valiente". Queremos un honorario profesional, por un trabajo profesional. Como debe ser. Como no suele ser, pero tendremos que luchar para que sea.
Entiendo... los políticos y funcionarios - en su vasta mayoría - están en otra sintonía. No es nuestro problema. Todos sabemos que los recursos están - malgastándose en otro lado. ¡Que aparezcan los recursos!
Queremos mirar al espejo y reconocernos. No queremos encontrarnos vacíos, habiendo traicionado, y "muy lejos de casa". Se puede!
Saludos cordiales,
Pedro Politi
Entiendo... los políticos y funcionarios - en su vasta mayoría - están en otra sintonía. No es nuestro problema. Todos sabemos que los recursos están - malgastándose en otro lado. ¡Que aparezcan los recursos!
Queremos mirar al espejo y reconocernos. No queremos encontrarnos vacíos, habiendo traicionado, y "muy lejos de casa". Se puede!
Saludos cordiales,
Pedro Politi
No hay comentarios:
Publicar un comentario