(Reflexión surgida a partir de los articulos sobre vademecums y prospectos en este mismo blog)
Creo que la discusión sobre los prospectos y vademecums, a quienes van dirigidos y que información tienen o deberían tener, está incluida en el debate sobre que tipo de medicina tenemos y porque tipo de medicina tenemos que luchar (entiéndase luchar como construir desde la resistencia). ¿Cómo nos paramos frente a los medicamentos?, ¿Quiénes determinan lo que sabemos sobre ellos, nosotros o los laboratorios?, ¿Qué podemos hacer para mejorar?
La salud se ha visto convertida en una nueva mercancía, la salud no es un derecho es algo que se compra y se abona en caja.
En ese contexto, ¿a quien va dirigido un prospecto por ejemplo? Al cliente.
Uno de los chicos describía (en la sección de comentarios del blog) como era el prospecto de un suplemento vitamínico de venta libre (Berocca), más que a un elemento informativo me remitió a un instrumento de publicidad: no es relevante la posología, las interacciones o los efectos adversos del producto o bien lo dejamos en segundo plano. Ahora los medicamentos cuentan con grandes campañas publicitarias donde apelan a la simpatía para vender su producto.
Me viene a la cabeza la publicidad de Anaflex y su “¿Si la inflamación no se va, el dolor vuelve?”.
Comprobé que la campaña había sido eficaz cuando mis propios amigos me hicieron exactamente esa pregunta, esperando que mi respuesta fuera la de la publicidad.
Incluso la gente de Bayer realizó hacer una simpática animación en la página Web donde inflamación (una señora regordeta) y dolor (un señor alto flaco) caminan por toda la pantalla dejando a su paso un tendal de inflamación y dolor (www.anaflex.com.ar).
Entonces, la publicidad vuelve al fármaco un amigo, alguien en quien uno confía.
En algún punto lo vuelve algo inocuo, cuando en realidad no lo es.
En letra minúscula la publicidades sobre medicamentos de venta libre rezan: “ante cualquier duda consulta a su medico”, o un locutor dice “Ante cualquier duda consulte a su médico que seguro se lo va a recomendar”.
De alguna manera el paciente quedo solo frente al laboratorio y a toda la artillería de su departamento de publicidad.
Frente a ese panorama el paciente requiere el prospecto como fuente de información. Pero no cualquier información, se requiere que sea información clara, concisa (como bien se dijo en el blog, no por eso errónea) sin lenguaje técnico y con información que para él sea relevante (¿como tomarlo?, ¿con las comidas?, ¿separado de las comidas?, ¿que pasa si me olvido de tomarlo?, ¿y si tomo de mas?, ¿donde voy?, ¿a donde llamo?, ¿que hago si aparece algún efecto adverso?, ¿Cuales son los que pueden aparecer?)
El lenguaje técnico aleja, el paciente que no entiende el prospecto lo descarta como elemento informativo. Y esto es importante principalmente en los medicamentos de venta libre, dado que no hay participación del medico que explique, pero es importante para drogas que se expenden bajo receta también. Una buena explicación del medico sobre como manipular el medicamento acompañado de un prospecto al que el paciente pueda recurrir en caso de interrogantes que puedan surgir, permitirá un mayor éxito terapéutico y menor aparición de efectos no deseados por errores en su uso.
También es imperioso revisar la actividad del medico, ¿que motiva al medico a recetar una marca u otra? En muchos casos será la eficacia, en otros el trabajo fino de los laboratorios y las millas acumuladas por congresos en Cancún. Entonces no es solo el paciente el que necesita buenas fuentes de información y que esta sea precisa y clara. Cito el artículo del blog sobre el vademécum:
“La realidad muestra que muchos vademécum son emprendimientos comerciales de índole editorial y de publicidad, los cuales, sometidos a una serie de presiones, y con el imperativo de la ganancia operativa, no pueden/ no saben / no quieren tomar la decisión dura: que la adecuada información al profesional esté por encima de las consideraciones comerciales y de venta.”
Por lo tanto la misión es doble, no solo necesitamos redefinir el prospecto sino también el vademécum. A quienes está dirigido, que debe decir, como debe decirlo.
Por último creo que también es necesario plantearse cual es el papel del Estado y de las políticas de salud pública en este tema. Cuál es el papel que tienen y cual el que realmente es necesario que adopten los organismos de control. Sabemos que la presión de los laboratorios es muy fuerte. Aun con ese cuadro de situación tiene que haber posibilidades de cambiar un poco las cosas. De empezar a marcar ciertos limites.
No por capricho, ni por autoritarismo sino simplemente porque en cosas como estas se va la salud de mucha gente.
Ailín Laso. Estudiante de Medicina. UBA.