El conjunto de los fármacos aprobados para su uso médico es de un par de decenas de miles, tentativamente. Y cada año se agregan varias decenas. Muchos de esos nuevos fármacos son productos "me too" (es decir, representan una modificación poco más que trivial, y un intento de capturar una fracción de mercado, generalmente sin proveer un beneficio clínico adicional a los pacientes). En otras palabras, la aprobación regulatoria no debería ser sinónimo de "entronización" en la docencia universitaria. El tiempo y esfuerzo invertidos en listar (y recordar) una larga serie de fármacos similares podría estar mejor invertido en analizar críticamente la literatura que avala (o no) el uso de determinados fármacos bien establecidos como líderes de su clase, en base a criterios científicos y de costo-efectividad.
Por ejemplo: ¿para qué querríamos otro antagonista de los receptores de angiotensina, u otra estatina? (supuesto que no difirieran mayormente de los ya disponibles, es decir, que fueran "me too").
Postulo - con tristeza - que los docentes universitarios en la carrera de Medicina podríamos (a sabiendas o no) estar trabajando para los laboratorios farmacéuticos (y en desmedro de la calidad formativa de los futuros médicos) si no ponemos un poco de cuidado.
Hace pocos meses, el Congreso anual de la Sociedad Argentina de Medicina Interna General (SAMIG), presentó, entre otras actividades, una mesa sobre "fármacos interesantes aprobados en 2008-2010". Los profesores, Dres Waldo Belloso (Hospital Italiano) y Hugo O. Farina (Universidad de La Plata) brindaron un panorama basado en el análisis crítico de un grupo selecto de nuevas drogas: examinaron el balance riesgo/beneficio, analizaron costos, plantearon alternativas. Todo un ejemplo para revitalizar y re-enfocar la docencia, por lo que les estamos muy agradecidos.
Es hora de trabajar seriamente en la formación de las futuras camadas de médicos/as, para que tengan el entrenamiento y el hábito de examinar críticamente la evidencia, de analizar la información en forma independiente y de arribar a sus propias conclusiones fundadas.
De otro modo, una cátedra universitaria sería un triste "canal de promoción" de conceptos pre-digeridos, "enlatados", acuñados por el marketing farmacéutico.
Nuestro desafío es apoyar el desarrollo de una juventud médica despierta, independiente, crítica.
Dr. Pedro M. Politi